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El Palenque de Delia Program: PDF and accessible versions in English and Spanish.

Posted by on Saturday, March 23, 2024 in Events.

 

For the PDF version of the El Paleque de Delia Program, please click on the following links:

El Palenque Program in English  PDF (Scroll down for the website version)

El Palenque Program in Spanish PDF (See the website version below)

Spanish Website Version

“Gentes de Todos Los Colores”

4 Zonas Colombianas

Delia Zapata Olivella

2024

El nombre de Delia Zapata Olivella aparece unido a las más importantes manifestaciones del folclor coreográfico en Colombia.

Inicialmente trabajó con repertorio de danzas de los litorales Atlántico y Pacífico. Más tarde, extendió sus investigaciones y experiencias artísticas a todo el territorio nacional. Desde temprana edad es atraída por las manifestaciones musicales y dancísticas que pululaban en la Cartagena de su infancia, se introduce con mayor ahínco en la disciplina de la danza vernácula cargando a su pequeña hija Edelmira y al lado de su hermano Manuel.

En 1954, hace su primer recorrido por todo el país con un grupo de campesinos de las dos costas, el “Conjunto de danzas folclóricas de Delia Zapata Olivella”. En 1956 viaja con este grupo a Europa, Asia, Francia, España, Alemania Oriental, la Unión Soviética, China y al regresar a Colombia es invitada a México, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú.

En 1963, por invitación especial del Instituto Popular de Cultura de Cali, Delia es nombrada “Coreógrafa Titular y Directora del Cuerpo de Danzas” uniéndose al Equipo de investigaciones del Instituto. Mientras vivía en Cali, el gobierno de los Estados Unidos se interesa por su trabajo y en 1965 le es concedida la Beca de Intercambio Cultural Internacional en los Estados Unidos donde estudia danzas negras con la gran bailarina Katherine Dunham, a la par que organiza un grupo de colombianos residentes allí, por lo cual le otorgan el “Premio al Mérito” y una Placa de Bronce por la Colonia Colombiana Hispanoamericana de New York City.

Durante este viaje se da la etapa de reflexión más importante para Delia; se cuestionó acerca de las necesidades de su país, sobre todo en materia de educación; al regresar, es llamada por la Universidad Nacional de Colombia para organizar allí danzas y grupos folclóricos iniciando así un período donde se enfoca en consolidar una metodología para la enseñanza de las danzas colombianas y en transmitir las tradiciones populares a jóvenes de distintas disciplinas universitarias con los cuales viaja y gana premios.

En el año 1974, vuelve a organizar su propio grupo “Danzas Folclóricas Colombianas Delia Zapata Olivella” y en 1976 crea la “Fundación Instituto Folclórico Colombiano Delia Zapata Olivella” con el fin de divulgar, investigar y preparar maestros en danzas, así como realizar montajes e investigaciones que mantuvieran viva y difundieran la tradición del pueblo colombiano.

En 1983 se le concede por primera vez en el país el aval para iniciar la Licenciatura en Danza y Teatro tradicional con la Universidad Antonio Nariño, programa con el que por más de 23 años da seguimiento a la labor pedagógica con la metodología que creó para la enseñanza de las danzas colombianas.

En los años siguientes y por el resto de su vida, Delia continuó trabajando en torno a las tradiciones populares, caminando por todo el territorio intercambiando ideas y conocimientos, recibiendo los más altos galardones de la crítica vista, hablada y escrita, interior y exterior. Se esmeró por dejar un legado histórico para el pueblo colombiano, convirtiéndose en una metáfora de la historia folclórica del país.

En su trabajo, así como en el de Manuel, se puede apreciar claramente que ellos no comprendían las tradiciones como una reliquia intocable del pasado sino como una fuerza viva, actuante y vitalizadora que debe continuar alimentándose de las vivencias del pueblo, expresándose con voz propia, estructurando un futuro, un territorio y unas costumbres a partir de referentes propios.

En el año 2001, viaja con Edelmira hasta el África, donde realizan intercambios de danza con varias escuelas; a su regreso a Colombia, Delia fallece víctima de la malaria contraída en Costa de Marfil; desde entonces Edelmira asume la dirección del grupo y de la Fundación en materia de pedagogía, estética, creación coreográfica, investigación, práctica, gestión, vestuario, y otras labores relacionadas con su legado y como afirma Manuel, es una escultura viva moldeada a partir de su madre y a partir del trabajo que juntas hicieron de la mano, pollera con pollera, frente a las tradiciones populares colombianas (Manuel Zapata, 1998, pagina.12).

Entre los repertorios más destacados de Delia está el montaje 4 zonas colombianas que adquiere vida propia en la década de los 70s cuando hace una selección de danzas de la zonas andina, llanera, costa Pacífica y costa Atlántica, repertorio con el que viaja por el mundo representando a Colombia.

El trabajo de Delia es inspiración para las generaciones actuales de jóvenes, adultos de diferentes culturas, etnias y tradiciones, quienes deciden hacer un homenaje en su nombre y revivir su legado, bailando, caminando como pueblo, cantando y narrando lo que es Colombia. De esta manera, se pretende transmitir figuras, formas coreográficas y simbologías antiguas que transmiten estas danzas desde sus orígenes en conexión con lo profundo y lo natural.

“Gentes de Todos Los Colores”

4 Zonas Colombianas

 La formación de una nueva cultura colonial necesitó un largo período de gestación, lo que vemos hoy en día es el resultado de profundos cambios mentales de hábitos y costumbres; en la comprensión de estos fenómenos hay que tener la mirada larga para descubrir las actitudes, luchas y resultados con los cuales se enfrentaron las culturas originarias ansiosas de preservar sus hábitos y mentalidades con las de los llegados de otros continentes. 

En lo que concierne a los bailes y cantos de indígenas y africanos, debieron sufrir y sobreponerse a las restricciones impuestas por el colonizador que veía en ellos formas paganas de cultos diabólicos, las autoridades debieron acceder a ciertas licencias que permitieron preservar algunos de los instrumentos y costumbres ancestrales.

El siglo XVIII, se caracterizó por un sentimiento de crisis que padecieron criollos y españoles con guerras imperiales, la decadencia del comercio, el predominio de la ilegalidad y la presión de nativos y negros por conquistar espacios sociales del exclusivo privilegio de las élites.

 Los años de la independencia marcaron el inicio de transformaciones sustanciales de orden político y social, presentando un proceso de mestizaje en el que surgieron pequeñas poblaciones que con una nueva mirada percibían su propia vida y su propio trabajo. Así construyen una visión en la que se mezclan y conviven los credos e íconos del catolicismo con concepciones del mundo, mitos y prácticas heredados, convirtiéndose en actores culturales que compusieron, cantaron, bailaron y transformaron las identidades regionales de nuestra cultura nacional, y en un acto de reafirmación de su libertad e independencia dieron por llamarse “gentes de todos los colores”.

Las danzas que veremos a continuación hacen parte de esta época de formación de la República, donde el vínculo con el territorio de sus pobladores refirma las identidades regionales.

Repertorio

Zona Andina: torbellino, bambuco, bambuco rajaleña.

Zona llanera: pasaje, joropo.

Zona Costa Pacífica: currulao’, danza chocoana, contradanza chocoana, jota chocoana, abosao’.

Zona Costa Atlántica: bullerengue, cumbia, mapalé negro, son de negro, fandango.

“Zona Andina”

 

Abrí la cajita de oro

y mira que lleva por dentro

lleva celos, lleva amores

engüeltos en sentimientos

 

El indio ha dejado su huella. El tinte mestizo cubre todas las formas de vida y de manifestación ritual; de las montañas, parcelas y cañadas surgió la visión del hombre y de las cosas.

La copla amorosa a ritmo campesino se llama en algunos lugares “bambuco”, “rajaleña”, “torbellino”, “guabina” y variantes como el “san juanero”.

 De la amplia gama de musicalidades andinas y sus danzas en esta ocasión y a modo de prólogo, veremos:

 

  1.   “Carranga”

Es la forma rural y urbana más contemporánea de la evolución de la expresión de los pueblos andinos.

 

  1.   “Torbellino”

Según las antiguas tradiciones andinas, la historia de nuestra sociedad va y viene unida al centro por un hilo, al caminar la tierra con rápidos movimientos en largas procesiones se teje la vida. El tiempo va y vuelve, pasa y vuelve. Así son los pasos de esta danza, ligeros, lineales o circulares, veloces como el viento atravesando una montaña.

 

  1.   “Bambuco”

Expresa las mayores alegrías y tristezas del pueblo, tiene ingredientes espirituales tan hondos que su definición exacta es imposible, es tonada nacional, es media historia desde las gestas de independencia hasta la formación de la República y contiene además los suspiros y las risas de innumerables trovadores; los hay románticos y bailables cuya música es más viva y alegre. Más que inspiración del alma, es la misma vida del pueblo colombiano.

 

  1.   “San Juanero”

De las tierras calentanas, abajo en la falda de las montañas, el “sanjuanero” es una variante del “bambuco rajaleña”, cuyo contenido encierra toda una filosofía picaresca alrededor de la conquista amorosa.

 

 “Zona Llanera”

 

Yo no como en reunión

porque yo no soy soldao’

y yo no salgo a rodeo

porque yo no soy ganao’

 

Fue un aprendizaje apresurado, que llegó en el equipaje de los criollos dueños de las haciendas y en la enjalma de los soldados que sintetizaban reminiscencias españolas que quedaron de la época de la independencia; encontramos en sus manifestaciones melódicas el empleo de versos, estribillos y redondillas de toda índole, que identifican a sus cantores.

Insignes cantores y como amantes de su tierra saltan las coplas de vaquería, viajes, herranzas, tareas, lo mismo que las relaciones sobre la vida y el amor en el ámbito de la llanura y cuya instrumentación típica está en el cuatro, requinto, un par de maracas pequeñas llamadas capachos y el arpa.

  1.   “Pasaje”

La palabra pasaje en los llanos orientales se aplica a cualquier canción típica, que se aprovecha como fondo para danzas y temas regionales. El baile se caracteriza por la dificultad para acodar el movimiento de los pies con el complicado ritmo. La figura más notable es el “careo”, diálogo a golpe de tacón, que la pareja efectúa frente a frente.

  1.   “Joropo”

Baile llanero por excelencia que expresa el ardor amoroso con amplia y efusiva libertad. Todo el desenvolvimiento tiene como base argumental el propósito de invitar a la dama e incitarla en el juego de pasos y figuras.

“Zona Costa Pacífica”

 

Los trabajos de este mundo

no son todos para mí,

tengo que morir cantando

porque llorando nací.

 

Al llegar los colonos a la costa Pacífica iniciaron un constante flujo de prisioneros desde África para explotar la abundante riqueza aurífera ejerciendo un riguroso control sobre los centros mineros con largos procesos de catequización que permearon las posteriores manifestaciones musicales y dancísticas entre las que se encuentran los “alabaos”, los “arrullos”, las “jugas”, los “romances” y otras expresiones como el “currulao”, el “abozao’”, el “patacoré”. La riqueza artística de la región tiene diversas formas a través de los “Conjuntos de marimba” con fuerte influencia africana y la “Chirimía” con instrumentos de viento europeos, pero con composiciones autóctonas y de carácter único.

En la región del Chocó y el San Juan, es donde más se mezclan el ritmo espontáneo de los esclavizados libertos, con las estructuras coreográficas de sabor cortesano, europeo, adaptando los patrones establecidos para elaborar bailes originales sobre la estructura propia de la “Cuadrilla” muy en boga en los Salones de baile del siglo XIX. De esta manera, se mezclan sus propias vivencias, al combinar fórmulas rítmicas breves y con mímicas y gestos en las posiciones a modo de sátira. Así, nacen la danza, la contradanza y la jota chocoanas y otras danzas como la polka y la mazurca.

Siendo las fiestas religiosas el eje que logra la unificación espiritual de todos los habitantes, encontramos otras manifestaciones con influencia española como son los “arrullos al niño Dios” y los “alabaos”.

En la Costa Pacífica resuena todavía la marimba, los cununos, tamboras y guasás con sabor de africanía. A lo largo de los ríos Cauca, Atrato, San Juan, Neyá y el Patía, las comunidades negras conservan su identidad a través de su legado ancestral.

  1.   “Currulao’”

Está clasificado entre las danzas denominadas “danzas matrices” porque da vida a otras expresiones, se realiza en parejas sueltas o de conjunto pues se baila siempre entre tres o más parejas. Es llamado también “bambuco Viejo”. Baile de negros, mulatos y zambos que fue muy popular en todo el país en esta época de formación.

Es de movimientos rápidos y se acompaña con zapateo. Con características de un baile de cortejo entre hombres y mujeres. Particularmente, cargado de coquetería por parte de los hombres que dan saltos y giros con sus pañuelos y sombreros, pretendiendo captar la atención de las mujeres, aparentemente esquivas, que al final ceden a su encanto uniéndose a ellos en un compás más acelerado y con movimientos vigorosos ya que en la práctica ritual y sacramental mujeres y hombres aprovechan las circunstancias para sus requiebros amorosos.

  1.   “Danza, Contradanza y Jota Chocoanas”

Los pasos de estas danzas se realizan siempre en “cuadrilla”. La Cuadrilla es un baile muy popular en el siglo XIX en los salones europeos y que bailaban los colonos en las américas; de figuras variadas y complejas que se ejecutan en sucesión, a las que los nativos de la Costa Pacífica con el tiempo introdujeron cambios y ciertos matices, producto de la creatividad criolla, adaptando los patrones establecidos de los bailes originales a melodías y movimientos alegres, picarescos y propios. Así se establece una sátira a los bailes de salón europeos.

“Zona Costa Atlántica”

 

A mí me gusta el ron blanco

como aquel que más le guste

a mí me gusta el ron blanco

aunque el pueblo se disguste

Los bailes y músicas del litoral Atlántico representan nuestro mestizaje por la influencia del indio, el hispano y el africano en su conformación histórica. En ninguna otra parte se ha logrado este equilibrio entre las culturas madres; en la cultura popular se manifiestan variedad de aires y la generalización de los mismos en todos los pueblos de la región. En algunas partes se acentúa más uno que otro ancestro debido a la presencia de ciertos núcleos predominantes; el intercambio de las influencias es la norma.

  1.   “Bullerengue”

Se ejecuta frente a los tambores y se acompaña del canto y las palmas. De ritmo lento y profundo y de carácter ritual, el “bullerengue” es otra de las danzas consideradas matrices porque a partir de su rítmica surgieron variantes en la región, también hace parte del grupo llamado “cantos bailados”.

Inicialmente Delia encontró esta danza en San Basilio de Palenque, primer pueblo libre de América; se realizaba como rito de iniciación a la pubertad dando a conocer a la comunidad a las mujeres aptas para el matrimonio, es decir, como rito de fertilidad; también se ejecuta en otros “Ritos de paso” como en la trascendental despedida a los difuntos: rito funerario cuando toma el nombre de “lumbalú”.

  1.   “Cumbia”

La comprobación del origen de la cumbia se liga a la integración del coctel americano y llega a las raíces de nuestro ancestro triétnico cuyos ingredientes mezclados en diferentes proporciones forman la síntesis de la Nación colombiana. El tañido propio de los instrumentos que acompañan la música y la coreografía así lo demuestran: flautas indígenas, tambores africanos, el vestido y el canto revelan la influencia hispana.

Se extendió a todo Bolívar, Córdoba, Sucre, Atlántico, Magdalena… las tierras de la “cumbia” forman el más dilatado y variado latifundio del país; por donde quiera la “cumbia” es el eje central de las festividades populares. Su popularidad ha alcanzado los rincones más lejanos del continente y del mundo.

  1.   “Mapalé Negro”

En la época de la colonia se le llamó “calenda” fue danza aborrecida por los colonos quienes la encontraban impúdica por sus fuertes movimientos de cadera y fue prohibida constantemente. La música es a base de tambores, maracas, palmas y canto. Hace parte de otro grupo de cantos y danzas que surgen del “son de negro”.

Los pasos de esta danza, los reencontró Delia después de rastrear su ritmo y melodía durante una larga investigación que se sintetizó al crear su coreografía a partir de la descripción que hace Tomás Carrasquilla en su libro la Marquesa de Yolombó de los bailes de la negrería y los vestigios de la misma que sobreviven en las Antillas.

Se baila en filas, los hombres frente a las mujeres realizan una serie de gestos y desplazamientos alusivos al movimiento del cosmos girando en círculos, es clara danza de fecundidad donde los cuerpos evolucionan uniéndose y separándose con permanente movimientos de caderas.

  1.   “Son de Negro”

Los tambores en constante acento proporcionan a los danzantes las claves para la expresión personal a través de la gestualidad y el virtuosismo para saltar y menearse, salir y volver al ritmo sin perderse del constante clamor que anima a los participantes en juegos callejeros con diversas temáticas y en otras celebraciones populares.

  1.   “Fandango”

El “fandango” se ejecutaba antiguamente con gaitas y tambores durante las celebraciones patronales de las culturas originarias. La apropiación de los instrumentos de vientos traídos de Europa ha enriquecido la creación musical en la costa Caribe dando paso a diversos aires como el “porro” y el “fandango” que tienen la facultad de impulsar la entrada de la ritualidad a las fiestas callejeras donde resaltan la alegría, la colaboración y el espíritu de renovación.

Cuando los participantes no se desplazan en las calles suelen congregarse en las plazas donde, al igual que en la “cumbia”, forman un gran círculo que gira en sentido contrario a las manecillas del reloj; las mujeres, con pequeños y serenos pasos, son las encargadas de mantener este gran círculo mientras los varones giran libremente a su alrededor según su inspiración en una franca muestra de jolgorio.

El Palenque de Delia, Conjunto de Tradiciones Populares ha querido con este montaje hacer un homenaje a Delia Zapata Olivella quien, al recopilar este material alusivo a nuestro país, también nos ha brindado la oportunidad de recrear el contenido de las mismas, a través del amor que se manifiesta en todas ellas como muestra del tesón para asumir y preservar la vida con el entusiasmo que nos caracteriza como colombianos.

Gracias

 Edelmira Massa Zapata

Bailarinas

Andrea Solano

Adriana Laverde Aranda.

Luz Ángela Bohórquez O.

Miryam Enith Ibarra V.

Bailarines

Felipe Guerra

Miguel Antonio Pejendiño

Hannover Domínguez

Miguel Ángel Guerrero

Músicos

Laura Alarcón

Gildardo Morales Gámez

Juan Sebastián Martínez

Frederic Martínez

Dirección General

Edelmira Massa Zapata

Registro fotográfico

Pablo Guerra

English Website Version

“Peoples of all colors”
4 Zones in Colombia

Forming a new colonial culture required a long time. What we see today is the result of profound transformations of mindset, habits, and customs. To understand these phenomena, we must take a closer look, discovering the attitudes, struggles, and results that the native cultures confronted when seeking to preserve their own habits and mentalities, by those who came from other continents.

In terms of dances and songs, native Americans and Africans suffered and overcame the restrictions imposed by colonizers, who regarded these practices as diabolic. Authorities had to concede certain permissions that allowed some ancestral instruments and practices to be preserved.

The eighteenth century is characterized by a general feeling of crisis that criollos and Spaniards experienced with imperial wars, the decline of commerce, the predominance of illegality and the pressure by natives and African Americans, who sought to conquer the social spaces that were only for the elites.

The independence period marked the onset of important political and social transformations that engendered a process of mestizaje, in which small societies emerged with new outlooks on their lives and work. In this way, they created a new perspective in which the creeds and icons of Catholicism mixed and coexisted with inherited worldviews, myths, and practices. These societies became cultural agents that composed, sang, danced, and transformed the regional identities of Colombian culture. Reaffirming their liberty and independence, they called themselves “gentes de todos los colores,” “peoples of all colors.”

The dances that ensue come from the time when the Colombian Republic was taking shape. It is a time when the connection between people and the territory forged regional identities.

El Palenque de Delia, a Company of Popular Traditions, seeks to honor Delia Zapata Olivella with these choreographies. By capturing these materials from our country, Delia has also allowed us to recreate these dances, through the love that emanates from them. It is an example of the tenacity to assume and preserve life with the enthusiasm that characterizes us as Colombians.

Thank you,

Edelmira Massa Zapata

Andes

I opened the little golden box, and look what’s inside it carries jealousy and love enfolded in feelings

The Indigenous left his mark. The mestizo colors all forms of life and all rituals; from the mountain and ravines emerged the vision of man and things.

The loving couplet in campesino rhythm is called, in some places, “bambuco,” “rajaleña,” “torbellino,” “guabina,” and other variants, such as “San Juanero.” As a prologue, from the wide breadth of Andean dances, we will present:

  1. “Carranga”

It is the most contemporary form of the evolving expressions of rural and urban Andean people.

  1. “Torbellino”

According to ancient Andean traditions, our society’s history is weaved together by a thread. Upon walking the land with fast movements, in long processions, life is braided. Time comes and goes, passes and returns. Such are the steps of this dance, light, linear or circular, swift like wind traversing a mountain.

  1. “Bambuco”

It expresses the greatest joys and sorrows of the people, having  profound spiritual roots so deep that it is impossible to define precisely. It is a national tune, it tells half of our history, from the independence wars until the Republic’s formation. It contains the sighs and laughter of countless trovadores, which may be romantic or danceable, whose music is livelier and joyful. More than inspiration of the soul, it is the very life of the Colombian people.

  1. “San Juanero”

From the warmlands, down the mountain sides, the “san juanero” is a variant of the “bambuco rajaleña,” which encompasses a picaresque philosophy of wooing.

Plains

I don’t eat in meetings cause I’m no soldier I don’t do rodeos cause I’m no cattle

It was a rushed learning that came with the criollos, the plantation owners, and with the soldiers who synthesized Spanish memories left from the time of independence. In their melodies, one finds verses, choruses, and rounds of every kind that bespeak their authors.

Distinguished singers, enamored of their land, sang couplets about cattle farming, travels, horseshoeing, and farming tasks, as well as narrations of life and love in the plains. Their typical instruments include a cuatro, requinto, two small maracas― called capachos-and harp.

  1. “Pasaje”

In the oriental plains of Colombia, the word pasaje refers to any traditional song that is used as background music for dancing and for regional narratives. The dance is characterized by its difficulty, which requires coordinating the feet with complex rhythms. Its most notable shape is the “careo,” a heel-stomping dialogue performed by a couple facing each other.

  1. “Joropo”

Quintessential dance from the plains that expresses feverish love with ample and effusive freedom. Its central purpose is to invite and entice women to a playful game of steps and figures.

Pacific Coast

The worldly toils are not all for me, I must die singing because crying I was born.

When the colonizers came to the Pacific coast, they brought a constant influx of prisoners from Africa, who were forced to work in the abundant gold mines, exerting rigorous control over mining centers through catechism, which permeated in later manifestations of music and dance, such as the “alabaos,” “arrullos,” “jugas,” “romances,” and other cultural expressions like “currulao,” “abozao,” and “patacoré.” The region’s artistry manifests itself through the “marimba ensembles”-that reflect an important African influence-and the “Chirimía”-which includes European wind instruments-that perform local compositions which bear unique features.

In the Choco and San Juan regions, the spontaneous rhythm of freed slaves intermixes frequently with European, courtly, choreographic structures, adapting the established patterns to elaborate original dances based on the structure of the “quadrille,” a salon dance popular in the nineteenth century. In this way, African and European lived experiences are combined through short rhythmic formulas with satiric mimes and gestures. This gives rise to the danza, contradanza, and jota from Choco, as well as other dances like the polka and mazurka.

The religious festivities of the Pacific coast unify the spiritual practices of all inhabitants, thus other cultural practices with Spanish influence emerge, such as the “arrullos al niño Dios,” and the “alabaos.” The marimba, cununos, tamboras, and guasás, all of African origin, still resonate in the Pacific coast. Throughout the Cauca, Atrato, San Juan Neyá, and the Patía rivers, many black communities preserve their identity through these ancestral legacies.

Pacific Coast

  1. “Currulao”

Classified as a “matrix dance,” currulao gives life to other dances. It is performed in unpaired couples or as a group, since it is always danced by three or more couples. It is also named “bambuco viejo,” a dance of Blacks, Mulatos, and Zambos that was very popular throughout the country in its formative period.

Its movements are fast, accompanied by foot stomping, and features a dance of courtship between men and women. It is especially flirtatious on the side of men, who jump and spin with their handkerchiefs and hats, intending to attract the attention of women, who pretend to shun them and in the end yield to their charm by joining in an accelerated beat with vigorous movements. This dance replicates ritual and sacred practices where both men and women take advantage of the circumstances to advance their amorous affairs.

  1. “Danza, contradanza, and jota from Chocó” The steps of this dance are always done in quadrille. The quadrille was a popular dance in the nineteenth century in European salons, danced by colonizers in the Americas. It has varied and complex figures executed in succession to which the natives of the Pacific coast introduced changes and subtleties, developed out of their own creativity, adapting the established patterns to joyful and picaresque melodies and movements. It was intended to satirize European salon dances.

Atlantic Coast

I like white rum like the one that likes it most I like white rum even though it’s frowned upon

Music and dances from the Pacific coast represent our mestizaje (miscegenation) influenced by Indigenous, Hispanic and African peoples. Nowhere else has there been such a balance between mother cultures. They are manifested in various airs, disseminated extensively throughout the region. Although in certain regions one ancestry is accentuated over others, exchange is the norm.

  1. “Bullerengue”

It has a heavy drum component, accompanied by singing and clapping. It has a slow and profound rhythm of a ritualistic character. Bullerengue is also considered one of the matrix dances because many variants emerge from its rhythm. It forms part of the group of “singed dances.” Initially, Delia encountered this dance in San Basilio de Palenque, the first free city in America. It was used as a puberty initiation ritual, intended to introduce marriageable women to the community, in other words, it was used as a fertility ritual. It is also used in rites of passage, especially in funerary rites, where it takes the name of “lumbalú.”

  1. “Cumbia”

Cumbia’s origin is linked to the American intermixing of cultures, stemming from the tri-ethnic roots of our ancestry, whose features blend in different portions and form the basis of Colombian culture. This is demonstrated by the instruments and choreography that accompany the music: indigenous flutes, African drums, and Hispanic dresses and singing. It extended throughout Bolívar, Córdoba, Sucre, Atlántico, and Magdalena…the land of cumbia takes the form of the nation’s most broad and varied Latifundia. Everywhere, Cumbia is central to popular festivities. Its recognition reaches the continent’s-and even the world’s most distant corners.

Atlantic Coast

  1. “Mapalé negro”

In colonial ties, it was called “calenda” and was loathed and banned by colonizers who found its characteristic hip movements obscene. Drums, maracas, claps, and singing form the music’s basis. It is part of another group of songs and dances that emerge from the “son de negro.” Delia retraced the steps of this dance after a long research process focused on its rhythms and melodies. In her study, Delia elaborated her choreography based on the descriptions of black dances made by Tomás Carrasquilla in his book La Marquesa de Yolombó. Vestiges of this dance also survive in the Antilles.

It is danced in rows. Men, standing across women, realize gestures and movements that allude to the revolving cosmos. It is clearly a dance of fertility in which bodies evolve, uniting and separating from each other through perpetual hip movements.

4. “Son de Negro”

The constantly accented drums provide the dancers with the keys to personal expression through gestures and virtuosity as they jump and wiggle, get in and out of the rhythm without missing the constant beat that animates participants in variously themed street games and other popular celebrations.

  1. “Fandango”

“Fandango” was earlier played with gaitas and drums during patronal celebrations of native cultures. The appropriation of European instruments enriches the musical creations of the Caribbean coast, giving way to diverse airs, such as the “porro” and “fandango.” These dances propel the entrance of rituals into street celebrations, characterized by joy, collaboration, and a spirit of renewal. When the participants are not parading in the streets, they congregate in the square, where, just as in the “cumbia,” dancers form a large circle that runs counterclockwise. Women, with small, serene steps, maintain the circle, while men freely spin around them, in a true display of revelry.

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